Apreciados lectores,
Como preámbulo al evento de lanzamiento de las Líneas y Semilleros de investigación en nuestro Ecosistema Unicab Virtual, en esta oportunidad deseamos dejar una reflexión en torno a la ciencia y la tecnología, las cuales, como es evidente, marcan la rutina de nuestro trabajo y nuestra pasión pedagógica.
La historia de la ciencia ha demostrado y estudia el desarrollo de los conocimientos científicos y tecnológicos de las sociedades humanas. Estudia también el impacto que la ciencia y la tecnología han tenido históricamente en la cultura, la economía y la política. Hoy reconocemos que los conocimientos adquiridos por el hombre son producto de principios, causas, métodos y técnicas, para las distintas áreas del saber: ciencias formales, ciencias naturales y ciencias sociales.
Acabamos de observar en la celebración del Día de la Ciencia y la Tecnología, desarrollada por los pensamientos bioético y tecnológico, que al avanzar en ciencia se avanza en tecnología y ese avance tecnológico se evidencia a través de la creación y uso de herramientas y de técnicas que le han permitido a la especie humana atender propósitos prácticos. Esos propósitos tienen consecuencias positivas como negativas y han hecho que se altere radicalmente la vida humana.
No podemos negar que el avance de la ciencia y la tecnología ha traído a la humanidad grandes ventajas. La tecnología moderna facilita la vida cotidiana. En muchos ejemplos reales hoy en día, se evidencia que gracias a la tecnología hay acceso rápido a la información y a múltiples fuentes de conocimiento, se estimula la creatividad y la innovación, se favorece el emprendimiento y también la tecnología facilita la comunicación, permite viajes más largos y rápidos, simplifica las tareas domésticas, permite más eficiencia en procesos industriales y administrativos, mejora y aumenta los medios de entretenimiento, facilita procesos educativos, desde temprana edad permite el desarrollo de habilidades técnicas, se desarrollan nuevas fuentes de trabajo, los sistemas de salud y atención médica se benefician y son más eficientes, con el paso del tiempo, la esperanza de vida ha aumentado, también aumenta la producción de bienes, favorece la transición energética, entre otros.
Pero no todo es positivo, eso lo sabemos. Es necesario cuestionar y admitir el impacto negativo de la tecnología, que afecta a individuos, a comunidades y al planeta entero, ya que se plantean dilemas éticos muy complejos: aunque se aumente la producción, se puede generar desempleo, aunque la tecnología mejore la calidad de vida, en manos de mentes incorrectas es peligrosa y promueve la creación de armas de destrucción, se genera una gran cantidad de desechos tecnológicos, la privacidad y la seguridad se ven afectadas, las consecuencias ambientales negativas son dramáticas, vemos problemas de salud por el abuso de la tecnología, hay exceso de información y si no se tiene una mente analítica y crítica, no se puede discernir información verás de la que no lo es, entre muchas otras consecuencias.
El debate es amplio y debería ser tratado en la mayoría de los escenarios posibles, porque pareciera que le concedemos a la tecnología más importancia que la que debemos dar a la mente y las habilidades netamente humanas. No queremos que la tecnología nos haga cada vez más torpes, que olvidemos escribir, que olvidemos redactar un informe, escribir una carta, escribir un artículo o hacer una tarea, que no tengamos ni idea de sumar, restar, multiplicar y dividir, ojalá que un celular no reemplace la generosidad de las palabras y los abrazos entre amigos y familiares…… No basta afirmar que la tecnología es cada día más sofisticada, habría que demostrar que los humanos que las utilizamos somos mejores, más inteligentes, más sensibles, más refinados, más comprensivos, más sutiles y que disfrutamos tanto de la vida social como de la soledad y el silencio. [1]
Seguimos
[1] Palabras de William Ospina, de su libro El taller, el templo y el hogar.
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